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JOSÉ M. HERNÁNDEZ, DE CAMPESINO A ASTRONAUTA: UNA HISTORIA DE INSPIRACIÓN Y ORGULLO MEXICANO

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LA ASOMBROSA TRAYECTORIA DE JOSÉ M. HERNÁNDEZ, EL HIJO DE CAMPESINOS MEXICANOS QUE PASÓ DE TRABAJAR EN LOS CAMPOS AGRÍCOLAS A CONVERTIRSE EN ASTRONAUTA DE LA NASA, HA SIDO ADAPTADA EN LA CINTA «A MILLONES DE KILÓMETROS» DISTRIBUIDA POR AMAZON PRIME

La historia de José M. Hernández es una que resuena con fuerza en el corazón de muchos, una narrativa de perseverancia, sueños y el audaz deseo de alcanzar las estrellas. Este hijo de campesinos mexicanos, que alguna vez laboró en los campos agrícolas de California, se convirtió en un emblema de inspiración y orgullo, no sólo para la comunidad mexicana sino para todos aquellos que se atreven a soñar más allá de sus circunstancias actuales, pues pasó de ser un trabajador agrícola migrante a convertirse en uno de los pocos astronautas de origen inmigrante de la NASA.

Recientemente, la inspiradora vida de Hernández ha sido adaptada en la película A Million Miles Away, disponible en Prime Video, dirigida por Alejandra Márquez Abella y con la actuación de Michael Peña en el papel de Hernández.

En declaraciones a medios, la directora expresó su profunda conexión con la historia de Hernández, destacando la importancia de mostrar las ocupaciones honorables que a menudo son menospreciadas.

La película no sólo nos lleva a través de la perseverancia y el camino hacia el éxito de Hernández, sino que también destaca la influencia significativa de figuras como su maestra de segundo grado y su padre. Hernández espera que su historia pueda inspirar a otros a perseguir sus sueños con pasión.

A lo largo de su vida, Hernández no sólo se destacó por su brillantez académica, sino también por su profundo sentido de responsabilidad y compromiso con su comunidad. Tras obtener un título en Ingeniería Eléctrica, José se unió a la NASA, donde trabajó en la creación de tecnología avanzada para la exploración espacial.

Pero su verdadero sueño siempre fue convertirse en astronauta, un sueño que finalmente se hizo realidad en 2004 cuando fue seleccionado para formar parte del equipo de astronautas de la NASA. En 2009, José M. Hernández alcanzó las estrellas, participando en una misión espacial a bordo del transbordador Discovery, convirtiéndose en un símbolo de esperanza y un testimonio viviente de que no hay límites para los sueños.

En cuanto a la conexión entre Márquez Abella y Hernández, esta se advierte al conocer la trayectoria de la directora. Nacida en San Luis Potosí en 1982, Alejandra Márquez Abella ha labrado un camino brillante y ascendente en el mundo del cine. Su pasión la llevó a cruzar el océano para formarse en Dirección Cinematográfica en el prestigioso Centro de Estudios Cinematográficos de Barcelona, España. Al regresar a su patria, nos regaló en 2009 el cortometraje 5 recuerdos, una obra que resonó en más de ciento treinta festivales globales, cosechando más de veinte premios y situándola como una promesa del cine mexicano.

No sólo se ha destacado en la gran pantalla; su talento también ha brillado en la televisión, participando como guionista en series reconocidas como Imaginantes y Soy tu fan. Pero fue en el cine donde su voz encontró el eco más profundo, dirigiendo películas que han capturado la esencia de la sociedad mexicana, como Semana santa (su opera prima) y Las niñas bien, esta última una aclamada adaptación de la novela homónima de Guadalupe Loaeza que le valió premios a Mejor película iberoamericana y Mejor guion en el Festival de Cine de Málaga de 2019.

En este sentido, A millones de kilómetros, además de ser la entrada de la directora al ámbito cinematográfico en inglés, es una celebración de la perseverancia y el talento mexicano.

La vida de José M. Hernández es un claro ejemplo de que, con esfuerzo y dedicación, los sueños más grandes pueden hacerse realidad. Su historia nos invita a soñar en grande, a trabajar duro y a nunca rendirse porque, como él mismo ha demostrado, incluso los sueños más audaces pueden alcanzarse.

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Choque de titanes: la controversia entre Zalando e Inditex sobre las bolsas de plástico

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Aunque las bolsas de plástico de todo tipo se han vuelto toda una rareza en la mayoría de calles comerciales, continúan desempeñando un papel importante entre bastidores, especialmente en el comercio electrónico. Un hecho que, según se dice, ha llevado a un conflicto entre la multinacional española de la moda Inditex y el minorista en línea con sede en Berlín, Zalando.

Aunque la muchos clientes lo desconocen, la mayoría de las prendas de vestir aún se transportan en una bolsa de plástico desechable protectora, llamada comúnmente «polybag», al menos en el trayecto desde las fábricas hasta los minoristas. Una vez allí, el plástico, que pretende proteger contra la suciedad y los daños, a menudo se retira para dar paso a una alternativa «ecológica», como papel reciclado o cartón, antes de ser enviado al cliente.

¿Qué son los polybags?

Un estudio de 2019 realizado por la organización Fashion For Good define los polybags como una bolsa de plástico transparente, generalmente hecha de polietileno de baja densidad (LDPE), que protege una prenda contra la suciedad, la humedad y los daños durante el transporte desde las instalaciones de producción hasta los centros de distribución, las tiendas minoristas y los hogares de los clientes. Según el informe, la huella de carbono del embalaje y la distribución como parte de la cadena de valor general de la industria de la moda es generalmente relativamente baja, pero las empresas de moda que buscan cero residuos descubren cada vez más que una parte significativa de sus residuos son los plásticos y polybags.

Esto también ocurre en Inditex. En 2019, el grupo español de moda se propuso dejar de facilitar a sus clientes bolsas de plástico de un solo uso para finales de 2023. La agencia de noticias Bloomberg citó a un portavoz de Inditex diciendo que el 95 por ciento de este objetivo se ha alcanzado a nivel de grupo, pero Zalando ha puesto contra las cuerdas al gigante español.

El motivo es que  Zalando, que distribuye productos de las marcas Massimo Dutti, Oysho, Bershka y Pull&Bear en otros mercados, se niega a retirar los mencionados polybags de las prendas de Inditex antes de enviarlas al cliente final, incluso después de que Inditex se lo haya solicitado.

En busca del término medio

Cuando se consultó al minorista en línea con sede en Berlín, Zalando explicó que los productos se envían en sus bolsas de polietileno, y sus razones parecen tener fundamento.

Por un lado, es parte de las condiciones de entrega de Zalando que sus socios, incluido Inditex, entreguen cada producto «listo para la venta al por menor». Esto significa que los productos deben llegar a los centros logísticos de Zalando con un embalaje individual adecuado para que puedan enviarse a los clientes.

En segundo lugar, una evaluación interna ha demostrado que no es ventajoso usar polybags en los procesos internos y luego quitarlos poco antes de enviarlos a los clientes, según dijo el portavoz de Zalando, argumentando que quitar estas bolsas aumentaría el riesgo de que los artículos se dañen tanto durante la entrega que ya no se puedan revender, lo cual es la opción menos sostenible.

Sin embargo, Zalando también admitió que el plástico de un solo uso es un gran obstáculo para la sostenibilidad. En lo que respecta al uso de polybags, la empresa está en diálogo continuo con sus socios para evaluar las soluciones más sostenibles a largo plazo para todas las partes.

Zalando no mencionó directamente a Inditex, pero se conoce la existencia de diferentes puntos de vista sobre este tema y se están haciendo esfuerzos para encontrar un terreno común. Además, se están probando alternativas internamente, como una técnica especial de plegado para marcas privadas y bolsas de plástico más delgadas, y la empresa ya ha reducido su dependencia del plástico de un solo uso en los últimos años.

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Pathé’O, de sastre de barrio a diseñador de jefes de Estado africanos

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El marfileño-burkinés Pathé’O, un humilde sastre de barrio autodidacta, se convirtió en el modisto de los jefes de Estado africanos y celebra el 50º aniversario de su carrera liderando la «lucha» por obtener el reconocimiento de la moda del continente.

«Hace 50 años, no podía imaginar que llegaría a esto. ¡Es extraordinario!», declaró recientemente Pathé Ouedraogo (su nombre real) en una rueda de prensa en un gran hotel de Abiyán.

Alto y esbelto, con rostro de anciano sabio, siempre ataviado con sus famosas camisetas con ricas tonalidades de color que forjaron su fama, este hombre de 70 años mantuvo la modestia pese al reconocimiento internacional, que lo llevó a colaborar con la célebre casa francesa Dior, en 2019.

Nacido en 1950, en tiempos de la colonización francesa en Alto Volta, luego convertido en Burkina Faso, Pathé’O emigró con 19 años a Costa de Marfil, que entonces vivía un «milagro» económico, con «la bendición de sus padres» como todo equipaje, lo que cuenta en su biografía «De fil en aiguille» (el hilo en la aguja), a publicar durante junio.

Como muchos de sus compatriotas, primero intentó trabajar en las plantaciones de cacao: lo rechazaron a causa de su constitución demasiado frágil. Luego se trasladó a Abiyán, donde improvisó una sastrería en un pequeño taller alquilado por pocos francos en Treichville, el corazón popular de la capital marfileña.

Se forma como autodidacta y construye pacientemente su éxito. En 1987 ganó un importante certamen local, «Ciseaux d’Or» (tijeras de oro), que lo dio a conocer. Una década más tarde, el presidente sudafricano Nelson Mandela vestía una de sus camisas en una visita oficial a Francia.

Destreza única
La publicidad aportada por el ícono del anti-apartheid resulta extraordinaria. En los días siguientes, sus tiendas se vieron invadidas por una multitud de clientes. El rey de Marruecos, Mohamed VI, el presidente de Ruanda, Paul Kagame, el multimillonario nigeriano Aliko Dangote-el hombre más rico de África-, entre muchas personalidades y estrellas del mundo del espectáculo, integran su clientela.

Historia de éxito de la moda africana, la Casa Pathé’O tiene boutiques en una decena países y cuenta con unos sesenta empleados.

Empresario avezado, casado y padre de tres hijos, Pathé’O visita cotidianamente sus talleres en Treichville, donde lo contactó un equipo de la AFP.

Decenas de obreros-sastres, costureras, planchadoras-trabajan en tres grandes piezas que dan la impresión de un hormiguero, apenas refrescadas por ventiladores de techo. Todas las prendas se fabrican casi por completo a mano, con ayuda de viejas máquinas de coser Singer.

Pathé’O controla todo el trabajo, incluso corta él mismo.

Es «un hombre sencillo, siempre disponible, quien brinda su tiempo para escuchar y explicar», señala el director de su taller, Léon Ouedraogo, quien trabaja junto a él desde hace 40 años.

«En esta profesión hay que saber hacer un poco de todo», confirma el modisto, ahora ocupado con sus famosos tejidos de algodón con diseños complejos, teñidos en otro taller del mismo barrio, que muestra con devoción.

La destreza de la casa es única: está el tinte «moteado», el «moteado estampado», la «ensalada», el tinte «nube», tejidos en «Faso Danfani» (tela de Burkina Faso)…

Cambiar la imagen de la moda

«Hay que crear todos los días, sorprender al cliente, todos buscan algo nuevo», dice Pathé’O, quien se inspira en la calle, en mujeres que van al mercado con ropas y bufandas multicolores.

«Ha aportado el orgullo de usar tejidos africanos», destaca el elegante diseñador marfileño Gilles Touré, quien considera a Pathé’O su «mentor» que le dio la oportunidad de abrazar la profesión.

Pathé’O pone el éxito comercial, los honores, al servicio de su «lucha»: cambiar la imagen de la moda en África, para que se reconozca como un sector económico por derecho propio y un instrumento de desarrollo.

Y, a pesar de que su oficio original a veces es menospreciado, uno de sus lemas es «producir para hacer avanzar a África».

Pathé’O acaba de inaugurar su nueva sede, un amplio y moderno edificio en el exclusivo barrio de Cocody, que albergará además la fundación homónima, cuyo objetivo es «hacer relucir a una nueva generación de diseñadores africanos».(AFP)

Crédito de foto: Issouf Sanogo / AFP
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BLACK BEAUTY

Triciclos a energía solar cambian la vida de las campesinas en Zimbabue

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Un triciclo eléctrico a energía solar cambió totalmente la vida de la campesina zimbabuense Danai Bvochora, que sufre menos en las tareas de la granja y gana más dinero en el comercio de sus productos.Hasta la llegada del bendito triciclo, la modesta granja agrícola de Bvochora producía, literalmente, dolores de cabeza y más pérdidas que ganancias.

«Llevábamos mucho peso en la cabeza, el triciclo alivia la carga», asegura esta campesina de 47 años de Domboshava, cerca de la capital Harare, antes de emprender un viaje de ocho kilómetros por una carretera llena de baches.

El transporte es escaso en las zonas rurales y poco pobladas de Zimbabue.

«Lo usamos incluso para ir a misa», se entusiasma Danai, tras comentar que un viaje de compra de grano para alimentar a sus gallinas antes costaba 12 dólares. Actualmente paga el equivalente de 2,5 dólares por cargar el triciclo cada 15 días. «Ahora mis gallinas me hacen ganar dinero», dice a la AFP esta madre de familia, integrante de un grupo de mujeres de esta pintoresca zona, conocida por sus colinas, que recibió el año pasado un triciclo financiado por la Unión Europea para ayudar a agricultoras de granjas pequeñas.

Fabricados en Harare por la empresa social Mobility for Africa, estos vehículos de tres ruedas existen en Zimbabue desde hace tres años, cuenta su fundadora, Shantha Boemen. Hasta entonces, las mujeres caminaban largos trayectos con el cuello rígido bajo el peso de la mercancía que llevaban sobre sus cabezas.Pero la llegada de los triciclos fue recibido con algunas dudas, recuerda la estadounidense, radicada en Zimbabwe desde inicios de los años 1990, cuando llegó contratada por una agencia de la ONU.»Al principio estábamos muy solos» y el equipo tenía que convencer a los inversionistas de que el proyecto era viable. «Nadie hablaba entonces de la movilidad eléctrica en África y menos en ayudar a las mujeres campesinas«, agregó.

Actualmente, su objetivo es triplicar rápidamente la flota de 88 vehículos y las tres estaciones alimentadas por energía solar. Allí, los conductores pueden cambiar su batería de litio por otra completamente cargada y reparar los triciclos en forma gratuita.

Algunos vehículos, apodados Hamba o «Adelante» en la lengua local ndebele, fueron comprados por la UE y entregados a la población, mientras que otros se alquilan por cinco dólares diarios. Phyllis Chifamba, de 37 años, utiliza su Hamba alquilado como taxi. Ella lleva enfermos a la clínica, mujeres embarazadas a sus citas médicas, campesinos a hacer compras. «Así alimento a mi familia, pago la escuela de mis cuatro hijos«, cuenta.

Mobility for Africa sueña con invertir en otras zonas del país. «Si pudiéramos resolver el problema del transporte, las economías rurales funcionarían. Los pequeños campesinos podrían llevar más productos al mercado», señala Boemen.

La economía de Zimbabue, seriamente deprimida desde hace 20 años, en especial en las zonas rurales, es impulsada principalmente por el sector informal, como estas agricultoras de Domboshava. Frasia Gotosa se gana mejor la vida desde que va al mercado en triciclo, porque sus verduras no se pudren mientras espera el autobús. «Ahora, cuando llego al mercado, mis productos están frescos«, dice sonriendo.

This story was produced by AFP.  For more information go to AFP.com.
© Agence France-Presse
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