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Cuidarse

4 ACCIONES QUE PODRÍAN RESULTAR EN UNA RELACIÓN DE PAREJA TÓXICA

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No hay quizá nada más emocional y espiritualmente desgastante que un mal de amores, y uno que implique una relación de pareja inestable, conflictiva y caótica produce un estado de ánimo en el que predomina la angustia y se imposibilita el enfocar la atención en otros temas, como el trabajo, la escuela o la familia, entre otros; y también desencadena una serie de malestares y conflictos con nuestra cotidianidad, la salud y las personas más cercanas.

De pronto un día nos damos cuenta de que nuestra vida gira en torno al teléfono celular, al miedo y a la saturación de peleas, y sólo hasta ese momento comenzamos a ver la relación con otros ojos: unos con mayor objetividad sobre la insalubridad de la relación. Incluso lo que antes nos llegaron a advertir comienza a tener lógica, sobre cómo el principio fue cómodo pero la convivencia con la pareja se tornó incómoda y en algunas ocasiones violenta.

Al indagar sobre las posibles causas que deterioraron a tal grado la relación, se encuentran cuatro patrones que son los más comunes.

– La dependencia

Si bien cada miembro de la pareja necesita el apoyo y compañía del otro, también se requiere de un espacio personal para desarrollarse independientemente. Es decir, hay que generar un equilibrio entre la individualidad y la pareja, en especial a la hora de continuar con proyectos personales en torno a lo profesional, la actividad física, las amistades, la forma de vestir y la personalidad, entre otros. Mediante el establecimiento de acuerdos, comunicación, comprensión (disfrutar del goce del otro pese a no estar junto a él o ella), autocuidado, la relación irá evolucionando a tener actividades en conjunto y actividades individuales. Incluso, así la compañía de la pareja se hace aún más satisfactoria.

– Diferentes valores no negociables

Estar en una relación implica comprometerse con un vínculo entre dos seres tanto con un historial familiar y personal –aunque provengan del mismo grupo cultural– como con objetivos a largo plazo diferentes. Por ejemplo, puede llegar a suceder que uno de los miembros desee un hijo y el otro prefiere viajar por el mundo. Es verdad que hay valores que pueden ser más o menos flexibles, como modificar los horarios de sueño, pero hay otros, como los proyectos de vida personales o ideologías políticas, éticas y sociales, que no se pueden ni se quieren cambiar. Al no haber un estado de conciencia ni acuerdo al respecto, muchas veces se termina en una relación de pareja cargada de rencor e indiferencia.

– Ausencia de compromiso

Estar en una relación de pareja, tradicional o abierta, requiere de compromiso para cumplir con los acuerdos establecidos entre ambos miembros. El compromiso incluye ser capaz de comunicar aquello que duele (por ejemplo, la presencia de una tercera persona), escuchar empática y atentamente lo que le duele a la pareja –¿es la conducta de la tercera persona o de uno en relación con él y ella?– y tanto proponer como realizar cambios en función del bienestar de la pareja. En caso de que el compromiso no se exprese en la confianza, la comunicación, el respeto y los actos del día a día, es muy probable que esa relación se vuelva disfuncional y dolorosa, así como llena de rencor.

– Fomentar explícita o implícitamente la desigualdad/inequidad

Conductas como revisar los mensajes del teléfono celular, correos o redes sociales, prohibir amistades o vínculos, menospreciar la manera de vestirse, pensar o actuar, humillar pública o íntimamente, forzar actos sexuales (o de lo contrario “puede irse con otra persona”), son algunos de los actos que fomentan la violencia tanto de la pareja como de género. La desigualdad e inequidad resulta cuando uno de los miembros ejerce control y poder, pero lo fomenta desde su subjetividad consciente.

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Cuidarse

Cómo abrir una cerveza sin abridor: del cinturón a las tijeras

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Muchos spots presentan momentos entrañables, divertidos o inolvidables donde se comparte esa bebida que se anuncia con familia y amigos. La verdad es que lo clavan y al vivirlos en persona se disfruta como nunca. Pero qué pasa si llegado el momento falta el abridor y esa chapa del botellín de cerveza, mejor sin alcohol, se vislumbra como un huracán capaz de chafar la experiencia.

Hemos encontrado hasta siete trucos sobre cómo abrir una cerveza sin abridor en nuestro empeño por aportar soluciones, no solo a las grandes necesidades, sino también a estas mucho más insignificantes. Por supuesto, hay que ponerse en contexto e imaginarse que no hay ningún comercio abierto donde comprar un abridor o pedirlo prestado y tampoco existe la socorrida posibilidad de pedírselo a un vecino.

Con un cinturón

Lo más probable es que alguien del grupo que se ha reunido ya sea familiar o amigo lleve puesto un cinturón. En realidad, su hebilla, si es de las normales, se parece mucho a un abrebotellas de modo que sirve perfectamente para retirar cualquier chapa.

Con un billete

Los billetes se fabrican con materiales que le dotan de una resistencia y una firmeza muy superior a la de cualquier otro papel. En este caso hay que doblar un billete verticalmente por la mitad y enrollarlo tan apretado como sea posible. A continuación, se vuelve a doblar por la mitad y su borde así doblado se transforma en un potente abridor. Solo hay que meterlo bajo la chapa y hacer presión hacia arriba para liberar la botella.

Con la chapa del marco de una puerta

Los marcos de las puertas incorporan una placa metálica con una pastilla curvada que sobresale en la que se desliza el pestillo y se encaja en el interior para que queden cerradas. El truco consiste en aprovechar ese saliente curvo y metálico para encajar la chapa de la botella y hacer presión sobre ella de modo que se abra.

Con las llaves de la puerta de casa

Se trata de elegir la llave más larga que se tenga a mano y, agarrando con fuerza la cabeza de esta llave, introducir la punta debajo de la chapa y después girarla hacia arriba. Puede que haya que repetir la maniobra varias veces metiendo la punta en el mismo hueco de la chapa hasta conseguir que se afloje y se abra la botella.

Con la cubertería

Con una cuchara o un tenedor se puede liberar la botella si se usan a modo de palanca. Solo hay que meter la punta del cubierto bajo la chapa y hacer fuerza hacia arriba para conseguir deformar sus bordes hasta que se desprenda del cuello de la botella.

Con unas tijeras

Las tijeras de cocina o de costura se suelen fabricar de acero al carbono niquelado, una aleación de acero y carbono que es más resistente que el acero inoxidable. Menos las tijeras escolares, todas sirven para quitar la chapa de una botella. Se abren las cuchillas y se mete la chapa en medio para hacer fuerza hacia arriba con las tijeras. Al final, la chapa se suelta y salta.

Con un golpe de mano

Lo primero es localizar un borde de un poyete o de una mesa, mejor de piedra o de un material resistente para no dañarlo. Con una mano se sujeta con firmeza el cuello de la botella y a su vez se coloca la parte saliente de la chapa en ese borde. A continuación, con la otra mano se da un golpe seco a la chapa hacia abajo. Lo normal es que al primer golpe no se abra, pero enseguida se coge práctica.

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Cocina-Recetas

¿Cómo quitar el exceso de aceite en fritos y comidas?

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Cocinar es todo un arte que incluye también precisión y disciplina, pero por mucho que sigamos la receta al pie de la letra, puede ser que el resultado no sea el esperado. Esto pasa en muchas ocasiones con las frituras, que queremos que queden perfectas y acaban rebosando aceite.

La fritura consiste en sumergir un alimento en aceite caliente hasta que se cocine bien por dentro, quedando crujiente por fuera. Algunos productos, como las patatas, las verduras, el pescado o elaboraciones como las croquetas, son perfectas para ello.

Los expertos en nutrición destacan que lo mejor es cocinar sin mucha grasa o con un bajo contenido en aceite, no obstante, hay recetas en las que se necesita, como en este caso, casi a la fuerza. Por eso, si queremos hacer estos platos más saludables, es aconsejable quitar el exceso de aceite que pueden absorber durante el proceso de fritura. Te contamos como hacerlo.

Procura utilizar aceite de oliva

El aceite de oliva es el más saludable a la hora de freír, aunque parezca que las frituras no son saludables, lo cierto es que muchas veces depende del producto que utilicemos. Y los expertos han demostrado que algunos alimentos, como las verduras, fritos en aceite de oliva virgen extra (AOVE) mejoran su capacidad antioxidante al transferir el aceite sus fenoles a los vegetales.

Además, el aceite de oliva es el más estable a altas temperaturas, lo que permite mantener bien y durante más tiempo los grados necesarios para llevar a cabo una fritura adecuada, pues supone que los alimentos se frían rápidamente y absorban menos cantidad de aceite que con otro tipo de grasas.

Alimentos bien secos

Si los alimentos se acaban de descongelar suelen tener exceso de humedad lo que hace que al freírse absorban mucho más aceite. Es muy importante secarlos antes de meterlos a freír. Esto ocurre mucho con las patatas fritas, por eso es bueno secarlas con papel de cocina, esto no solo ayuda a quitar el exceso de agua, sino que también tendremos unas patatas fritas mucho más crujientes y con mucho menos aceite.

El pescado y las verduras también suelen tener más agua de la deseada a la hora de freírse, en este caso es conveniente pasarlos por harina antes de freírlos para evitar que absorban tanto aceite. Y, en el caso de que vayamos a freír directamente productos congelados, como las croquetas, intentaremos evitar que tengan cristales de hielo, ya que esa agua contribuirá a que el resultado sea peor y también que nos podamos quemar durante la fritura.

Freír en pequeñas porciones

Para que la fritura quede perfecta es mejor freír los alimentos de poco en poco. Es preferible hacer muchas tandas en pequeñas cantidades o en porciones pequeñas que llenar el cestillo en exceso. Haciéndolo de poco en poco se cocinarán correctamente por todos lados y de manera más rápida. Hacerlo todo de una vez, para evitar hacer varias tandas, tiene como resultado que alimentos pegados entre ellos, convirtiéndose en una masa y absorbiendo mucha más cantidad de aceite, sobre todo si hablamos de croquetas.

Escurrir bien la fritura

Escurrir los alimentos una vez fritos es fundamental, para ello, podemos utilizar una rejilla metálica o el tradicional papel de cocina absorbente. Con ello lograremos retirar el exceso de aceite que hayan absorbido los alimentos y haciendo que sean más ligeros. Eso sí, el proceso de escurrir, sobre todo si usamos papel, debe ser rápido porque, si lo dejamos mucho tiempo, podríamos perder el crujiente que proporciona la técnica de la fritura.

Freidoras de aire, la alternativa a la fritura

Como alternativas a los fritos existen pequeños electrodomésticos que “fríen” sin aceite, como las freidoras de aire. Similar a un horno eléctrico pequeño, este equipo utiliza un moderno sistema que le permite repartir el calor de manera homogénea, logrando reducir el uso de aceite en un 97%, pero manteniendo los sabores y texturas de tus preparaciones favoritas.

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Cuidarse

¿Es saludable comer 3 huevos al día? La ciencia responde

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Existen miles de mitos en torno a la cantidad de huevos que se pueden comer en un día, lo que ha hecho que muchas personas se abstengan de ingerirlo. Entre esos mitos, se le atribuyen algunos daños al organismo, como que puede elevar los niveles de colesterol malo, desmentido incluso por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Un huevo aporta seis gramos de proteína y 14 nutrientes esenciales, incluyendo vitaminas A, B, D y E, además de ser fuente de calcio, selenio y yodo. Por eso, se considera que los huevos son uno de los alimentos más nutritivos disponibles a nivel mundial, según los expertos del Centro Internacional del Huevo y la Nutrición (IENC).

La Universidad de Connecticut (EEUU) ha realizado un estudio publicado en la revista ‘Nutrients’ sobre el impacto del consumo de huevos en adultos jóvenes sanos. Este estudio de 4 semanas midió el efecto de una dieta sin huevos, otra en la que se tomaban 3 claras al día y, por último, una dieta en la que los participantes consumían 3 huevos enteros al día.

La investigación comprobó que el consumo de huevos enteros mejoró la calidad nutricional de la dieta en las personas que consumieron los tres huevos enteros. También mejoró el nivel de colina, el de colesterol HDL o bueno y los aminoácidos en sangre relacionados con el riesgo de diabetes tipo 2. En cambio, los que comieron solo claras dieron peores resultados de aminoácidos en sangre indicativos de riesgo de diabetes tipo 2.

Beneficios del huevo para la salud

Un huevo contiene 215 mg de colesterol por yema, no obstante nuestro cuerpo solo absorbe el 15% cuando lo consumimos con junto a otros alimentos, lo que significa que es un alimento muy necesario para mantener una dieta equilibrada. Posee todas las vitaminas que necesita una persona excepto la C, todas ellas se reparten de forma desigual entre la yema y la clara, por lo que es muy importante comerse el huevo entero.

En la yema se encuentran de forma exclusiva las vitaminas liposolubles, A, D, E y K; el ácido fólico y la vitamina B12, donde se recoge también la mayor parte del ácido pantoténico, la biotina y las vitaminas B1 y B6. En la clara del huevo están los aminoácidos y polipéptidos, cuya función es favorecer la absorción del hierro en el intestino delgado.

El huevo es un alimento que tiene un gran valor nutricional, según datos de la Fundación Española de la Nutrición. Entre sus principales propiedades están:

  • Son ricos en vitaminas del grupo B (B1, B3, B12, ácido fólico y biotina), A, E y D.
  • Son fuente de colina, un aminoácido esencial para el sistema nervioso.
  • Tiene minerales como el selenio, el zinc, el fósforo o el hierro.
  • Es rico en proteínas: cuenta con todos los aminoácidos esenciales que el cuerpo necesita.
  • Ayudaría a prevenir los problemas oculares debido a sus contenidos de luteína y caxantina.

La proteína del huevo es de muy alta calidad. Es su principal valor nutricional. Como decíamos, la mayor parte se encuentra en la clara y contiene los nueve aminoácidos esenciales. Es un alimento fácil de masticar y digerir y tiene una gran capacidad saciante, perfecto para reducir el picoteo entre horas.

Su aporte graso es del 11% y, en contra de lo que se cree, la grasa del huevo se encuentra presente únicamente en la yema. Si quieres reducirla, bastaría con preparar una tortilla con varias claras y tan solo una yema. Aun así, es importante tener en cuenta que en la grasa se encuentran algunas vitaminas y ácidos grasos esenciales para nuestro organismo.

Lo ideal es consumir un huevo entero, pues nos aporta cantidades significativas de una amplia gama de vitaminas, especialmente la B12, que solo está presente en alimentos de origen animal, y otras como la A y D, localizadas en la yema. También cuenta con un buen aporte de ácido fólico y minerales (hierro, fósforo, selenio, yodo y zinc) que contribuyen a cubrir gran parte de las necesidades diarias de nutrientes.

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